miércoles, 30 de octubre de 2013

Crónica W (058): "El pelotari"


25 de OCTUBRE de 2013

Todos hemos tenido que convivir en nuestras vidas con el personaje del que voy a hablar hoy, el pelota, o como yo le denomino, pelotari, que no tiene nada que ver con ese deportista con las manos curtidas tras años de golpear la dura pelota y en cuyo deporte contrasta el frío de la pared con la calidez del público. Ni mucho menos, no tiene nada que ver. El personaje en cuestión, siempre ha existido, pero lo lamentable del tema es que en época de crisis afloran por todos lados. Es un momento idóneo para amarrarse a un puesto de trabajo como sea. El pelota siempre está al acecho, esperando la oportunidad de ganar puntos a tu costa, ya que su principal baza siempre es subir pisando, poniendo en evidencia a los compañeros, compañeros que por el contrario, le han librado de muchas, porque ellos no son así. El pelota conoce sus limitaciones, sabe que tiene muy poco que ofrecer y está en desventaja frente a los demás, por eso decide venderse y doblegarse, aunque por ello deba llevarse mal con el resto. Lo habitual es que sea el más vago y torpe. Pero ¿por qué triunfa el pelota? Por algo muy sencillo. Todos los jefes, y cuanto mayor es su poder más todavía, se rodean de gente que no les pueda hacer sombra y que sea sobre todo maleable. Existe entre la jerarquía una convicción de ser superhombres y todopoderosos. Subidos en sus pedestales toman decisiones absurdas y costosas, que no hacen más que arruinar empresas. Lo normal es que no se dejen aconsejar por los que les hacemos ricos. Su ego no se lo permite y ahí es donde aparecen los pelotas, que viendo cómo su jefe se dirige al precipicio, lo único que hacen es asentir y no poner un sólo pero a estas decisiones, no vaya a ser que dejen de ser su ojito derecho… Menos mal que cuando los jefes salen de paseo o están durmiendo, somos los currelas los que realmente sacamos la empresa adelante… El perfil del pelota es muy sencillo. Es un personaje de baja autoestima, pobre de espíritu y poco seguro de si mismo. Siempre esperando su oportunidad para agasajar al superior de turno y con las rodilleras puestas, dispuesto para arrodillarse. No sabe lo que es contradecir o añadir un pero a lo que dice su amo. Se le reconoce también porque habla mucho de todo lo que hace, pero en realidad no hace y eso si, te deja con el culo al aire a la menor oportunidad. Ya estoy harto de tanto pelota y tantos jefecillos inútiles que se creen imprescindibles, pero cuando faltan, no pasa nada, todo sigue igual e incluso mejor. Ahora si, cuando faltamos los curritos, se para todo y empiezan a sudar, no les salen las cuentas… A todos estos que creen que han inventado la pólvora, que creen que son tan inteligentes, a todos estos que les cuesta preguntar a la plebe, a todos estos lo único que les espera es el precipicio…

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