Un buen día nació en la granja una dulce ternerita. Con sus grandes orejotas y su amplia sonrisa la llamaron "la vaca que ríe".
La vaca que ríe pasó su juventud junto a su madre "la vaca que amocha". Chupaba la teta con fruición y a su mamá en éxtasis la dejaba. Jugaba con sus amigos en el Prado y de todo se reía.
La vaca que ríe creció y su impresionante estampa a todo el mundo gustaba. Daba leche merengada por la mañana y, a veces, también por la tarde.
Era una vaca muy salada. A los toros enamoró y con gusto la montaban.
Era feliz en su granja hasta que la metieron en un camión y la llevaron al matadero. Ahí dejo de ser la vaca que ríe.
miércoles, 26 de abril de 2017
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