lunes, 21 de diciembre de 2015

El Cuentacuentos (307): El cerdito ya era todo un cerdo (y IV)

El cerdito ya era todo un cerdo. Un día un grupo de gañanes llegó y lo compró. Lo llevaron al norte y lo estuvieron engordando durante meses. Le trataron a cuerpo de rey, mejor que al vago, que ya es decir.
Un día le sacaron de su cuadra y le llevaron a la ciudad a exponerlo en una plaza. Las gentes le miraban, hablaban entre ellos y apostaban.
El cerdo se olia lo peor, no aguantó más y gritó:
"-A Dios pongo por testigo que nunca más sufriré humillación, que no me sangrarán sobre mesa alguna y que no me quemarán en hoguera como si fuera un perro hereje."
El estupor de la población al oir hablar al cerdo fue tal, que corrian de un lado a otro como gallina sin cabeza.
Eso les hizo pensar, "Es cierto que nos parecemos al hermano cerdo, nos hacemos musulmanes, liberemos al cerdo y que sea feliz en los bosques y prados del lugar". Así lo hicieron.
Pero la vida da muchas vueltas y he ahí que lo soltaron en los dominios de tres tristes tigres que ya no comian trigo en un trigal.

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