7 de NOVIEMBRE 2014
Nos ha dejado, y a pesar de su longevidad, la pena no nos la
quita nadie.
El final del verano llegó.
Por fin hemos escuchado a nuestros queridos abrigos que no
dejaban de llamar a la puerta del armario por dentro. Por fin los hemos
liberado.
La naturaleza nos ha chantajeado y nos ha cambiado una hora
de nuestra luz por un puñado de gotas de la tan necesitada lluvia.
Y el puentecito pequeñito del fondo de Maroño volverá a
bucear y nadie mandará más fotos por washap y nos olvidaremos de el.
Y las tiendas de ropa de entretiempo están en ERE , no como
las multinacionales del gas que si merma el frio engordan las facturas.
Y las viseras daran paso a la lana para ocultar las oscuras
ideas de nuestras cabezas entradas en entradas.
Después de un verano largo hay un largo
invierno. Abrigense.
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